Una de las cosas por las que siempre destaca España es por su gran gastronomía, que es considerada como una de las mejores del mundo. En este análisis, se tienen en cuenta varias cuestiones, pero lo que todas las personas solemos argumentar para justificar esa tesitura pasa por hablar de la paella, del vino, del jamón, del queso, de las migas… De lo más típico, a fin de cuentas. Y no podemos culpar a nadie por ello ni mucho menos. Es lógico que sea así porque no todos los países del mundo, más bien ninguno, puede presumir de todo eso.
Sin embargo, en España no solemos tener en cuenta una serie de productos alimenticios que son de la máxima calidad pero que nunca han llamado tanto la atención como los productos concretos de los que os acabamos de hablar en el párrafo anterior. Uno de los mejores ejemplos de ello es el pistacho. España se ha convertido en una de las referencias mundiales en lo que tiene que ver con él y eso no todo el mundo lo sabe o lo valora como realmente debería. Desde luego, está claro que hablamos de otro de los puntos fuertes de nuestra gastronomía.
Una noticia publicada en marzo de 2020 aseguraba que el pistacho estaba viviendo un ‘boom’ en España. De hecho, lo considera como el nuevo oro verde y asegura que, ese año, la producción de pistachos en la Comunidad de Madrid había crecido en un 30% como consecuencia de una alta rentabilidad que está haciendo que cada vez más personas vean en este producto un medio para obtener beneficios seguros. Ni que decir tiene que esto no está haciendo sino poner en el mapa a uno de los productos que, aunque siempre han sido típicos de nuestra tierra, nunca han terminado de conseguir la relevancia que se merecen.
Son cada vez más las personas que ven en los pistachos una manera idónea de ganarse la vida y que se dedican a cultivarlos. Se trata de un producto que tiene salida en España porque es bastante típico y que, además, es bastante rentable. Esos son los argumentos que, según nos indican desde Viveros La Herriza, esgrimen las personas que están demandado plantas de pistachos en la actualidad en nuestro país. Y no nos extraña en absoluto. El negocio es bueno y las condiciones, estupendas.
Un consumo que, como mínimo, se va a mantener
El consumo de pistachos en España es habitual y, por tanto, la venta de estos productos por parte de los productores suele estar bastante garantizada. A nadie le cabe la menor duda de que este es uno de los factores que más ha empujado a mucha gente a adquirir plantas de pistachos y lanzarse a un negocio como este. Hablamos de un asunto que todavía no ha encontrado su culmen en España y que seguro que sigue llamando la atención de muchas más personas en los próximos años. Sería lo lógico que así fuera.
La oferta va a crecer y esa no es mala noticia, porque el consumo, como mínimo, se va a mantener. Hay que tener en cuenta que hablamos de un tipo de producto que se vende al por mayor con bastante fluidez porque todos los bares y restaurantes cuentan con pistachos para alguna de sus tapas o en acompañamiento de las bebidas de sus clientes. Además de eso, son muchas las personas que también tienen pistachos en casa y que los consumen cuando se encuentran en familia o para cualquier evento que se encarguen de organizar y que tenga lugar en su domicilio.
Cuando una cosa es típica, lo más lógico es que la gente la siga teniendo cerca. Y eso es exactamente lo que ocurre con el pistacho en el interior de nuestras fronteras. En ese sentido, sí que se puede comparar a ese jamón, queso, vino o paella de los que os hablábamos en el primer párrafo, si bien es un producto con unas características completamente diferentes y que se usa para otro tipo de fines. Nunca vais a tener pistacho en el plato principal de un menú, pero sí que os va a alegrar la vista verlo cerca de un refresco o una copa. ¿Verdad o mentira?
Hay que reivindicar el papel del pistacho en la sociedad española y eso es justo lo que hemos venido haciendo a lo largo de todos estos párrafos. Es evidente que habrá personas a las que les guste más y a quienes les guste menos. Eso es inevitable. Para gustos, colores. Pero nadie puede negar que estamos hablando de un producto con arraigo en España y que va a seguir formando parte de nuestra gastronomía durante un montón de siglos más.