Hace dos años, durante la comida de Navidad de mi familia, dos de las patas de la mesa cedieron y nos arruinaron la celebración. Para la de este año pensaba comprar, por tanto, la mejor mesa, una que fuera más resistente y, de paso, más amplia y moderna. Lo hablé con mi mujer y ella me habló de una empresa llamada
Dismobel, encargada de vender todo tipo de mobiliario para el hogar. Según me contaba, Ángeles, una de sus mejores amigas, había amueblado su dormitorio con esa entidad y había conseguido así unos muebles de su gusto y a un precio bastante adecuado para su economía.