Diversidad cultural y amalgama

España es un país que tiene sus propias costumbres, su cultura, y además muy rica gracias a la gran diversidad que tiene nuestro país, en parte debido a las autonomías y en parte debido a las conquistas que ha sufrido la península ibérica. Aunque en realidad ambas cosas son lo mismo al fin y al cabo. Tenemos varios idiomas, junto al oficial, tenemos varias fiestas regionales que son motivo de orgullo, tenemos un poquito de los árabes, un poquito de los romanos, un poquito de los persas y, por supuesto, del pueblo primigenio íbero. Tenemos un poquito de muchas cosas que, al final, ha ido formando la cultura y tradición de nuestro país.

A ver, que tampoco es que seamos muy diferentes de otros países que tienen su propia cultura nacida, también, de un poquito de cada cosa. Podríamos decir que los más originales fueron los romanos, más que nada porque llevaron su cultura a casi toda Europa, pero la realidad es que su mitología y muchas de sus costumbres están basadas en la cultura griega y si nos vamos a Grecia seguro que encontramos también vestigios de otras culturas.

Al final somos un mundo globalizado, mucho más ahora por supuesto, pero ya lo éramos (en cierta forma) hace más de 2.000 años. Pensemos en las rutas comerciales sobre todo, pero también en los pueblos conquistadores por naturaleza, como los vikingos, quienes llevaban sus tradiciones hasta las costas del norte de Europa, pero también hasta Francia, Alemania e incluso al Mediterráneo, aunque lógicamente en menor medida.

Pero lo curioso de todo eso es que, en nuestro país, hay quien odia esa diversidad. Es como si quisieran que fuésemos fotocopias unos de otros, con la misma lengua, las mismas costumbres, la misma ideología y, por supuesto, cortados por el mismo patrón. A esos se les llama fascistas, en la mayoría de los casos, porque llamarlos nacionalistas como quieren algunos que se les llame es un insulto para los nacionalistas que no pretenden ese extremismo.

Personalmente amo esa diversidad, y entiendo cómo hemos llegado hasta ella por lo que sería lógico decir que eso es España, todo eso es lo que ha creado la cultura española y me siento orgullosa de haber nacido en este país con esta gran diversidad cultural. Y aquellos que aseguran que en España hay una cultura intrínseca, una cultura única que nos hace a todo especiales yo les diría que sí, que la hay, pero no como ellos creen.

La globalidad del S.XXI

Ya en el siglo XX las conexiones entre los países, la facilidad de comunicación y de viajar, así como la gran cantidad de inmigración procedente de todas partes provocaba que muchas costumbres nuevas entraran en España, y lógicamente ahora, en pleno siglo XXI, donde todo está al alcance de un click, esa globalidad se ha hecho tan palpable que es de risa pretender que otros países no nos traigan ciertas modas, tendencias o tradiciones.

Pensemos por ejemplo en Halloween, antes ya estaba metiendo la cabeza de forma bastante notoria en nuestro país pero lo de estos últimos años ya denota hasta dónde va a llegar esa fiesta. No se trata de descartar nuestra fiesta de Todos los Santos, como algunos aseguran que va a pasar, pero tampoco podemos pretender que no cale en nuestro país aquello que vemos por activa y por pasiva en televisión, en películas estadounidenses, series de televisión y, por supuesto, en los anuncios publicitarios.

Hoy por hoy, podemos viajar a cualquier parte del mundo sin movernos de casa, podemos aprender otras culturas, conocer otras fiestas y, por supuesto, aprendes nuevos idiomas así que si todos sabemos que gracias a la mezcla de culturas tenemos hoy la España que tenemos, es lógico pensar que va a seguir pasando lo mismo y que, por lo tanto, otras costumbres o modas van a calar en nuestro país.

Protección

Sin embargo, lo que tampoco podemos permitir es que otras costumbres desaparezcan, de ahí que existan ciertas leyes que protejan la cultura y también la discriminación positiva para que algunos colectivos mantengan su identidad. Si no hacemos esto, algunas lenguas morirá por falta de uso, como ya murieron muchas siglos atrás. Es como los animales en extinción, esos de los que ya quedan pocos, hay que protegerlos para que otras especies (incluida el hombre) no acaben con ellos.

Por eso se promueve el uso de las lenguas autonómicas, para evitar que la juventud las olvide, para evitar que vayan desapareciendo poco a poco junto con los mayores que todavía las hablan. Y, del mismo modo, ocurre con algunas costumbres y tradiciones preciosas que, si no se promueven y se protegen, acabarán por desaparecer cuando en los pueblos que las viven desaparezcan sus mayores.

Modas y tendencias

Tal vez, el caso de Halloween sea el más fragante pero podríamos decir que mucho de lo que vivimos hoy en día y que empieza como una moda puede llegar a instalarse en nuestra sociedad y acabar formando parte de nosotros. Ejemplo de ello podrían ser los conocidos juegos de rol e incluso las tan de moda partidas de escape room.

En los años 80, intentaron traer desde otros países los juegos de rol, de hecho yo misma recuerdo haber tenido el mítico juego de mesa “Hero Quest”, uno de los primeros juegos de mesa que llegaron a España basado en los juegos de rol estadounidenses. Pero la realidad es que no triunfó como se esperaba que triunfara. Sí que hay que reconocer que caló hondo en ciertos sectores, pero nada comparado a la pasión que ya existía en otros países.

De hecho, si hay por aquí lectores que estén siguiendo la serie de Netflix “Stranger Things” habrán reconocido que los niños, en la primera temporada, no hacen más que jugar a este tipo de juegos fantásticos, y la serie recordemos que está ambientada en los años 80.

Pero  como a mí no me gusta hablar sin experimentar las cosas, he tenido la oportunidad de vivir una experiencia de rol en vivo, que es probablemente la más inmersiva de todas las modalidades que hay hasta la fecha, aunque reconozco que me gustó más la partida de scape room que viví hace unos meses, antes del confinamiento.

En las partidas de sol en vivo existen las mismas normas que en las partidas de cartas o de juegos de mesa. Siempre hay un máster, un maestro, que dirige la partida con unas normas que hay que seguir al pie de la letra, aunque a veces se sigue un libro y otras juega más importancia la imaginación del máster. El resto de jugadores son personajes, solo que en lugar de llevar cartas o muñecos, llevan sus propios disfraces para caracterizarse y han de intentar seguir la personalidad que tendría dicho personaje. Es como actuar en una obra de teatro pero sin guión marcado y viviendo cada momento.

Yo alquilé un traje medieval de maga en Eviltailors, una de las tiendas online especializadas más conocidas en nuestro país, porque ese era el único requisito que me pedían, que llevase mi propio vestuario, así me presenté en el lugar del evento dispuesta a vivir una aventura diferente y, por supuesto, a divertirme.

He de decir que quienes mejor se lo pasan son quienes ya saben jugar, quienes tienen más experiencia, ya que por mucho que me explicasen todo a mí había cosas que se me escapaban y, por lo tanto, digamos que me daban palizas por todas partes. Pero he de reconocer que si te gusta el mundo de la fantasía es una experiencia interesante. La historia previa, la misión final, el equipo, si todo está bien ambientado es como vivir una película con tu propio personaje, y eso es una pasada. Así que ¿qué puede tener de malo que este tipo de juego haya calado hondo en nuestro país?

No se trata de convertir ahora a los juegos de rol en juegos míticos españoles como sí lo son la comba o las canicas, por ejemplo, aunque habría que tirar del hilo para comprobar bien su procedencia para asegurar que son 100% españoles, yo no lo tengo tan claro. ¿Pero qué tiene de malo que convivan los juegos de rol para aquellos a lo que les guste, junto a otros juegos clásicos como los mencionados o el escondite y el pilla pilla.

También tenemos que tener en cuenta que hablamos de diferentes sectores de edad. Si bien es verdad que habría una edad en la que ambas posibilidades se mezclan, que rondaría los 11 o 12 años, la realidad es que los juegos de rol, en todas sus variantes, es para niños mayores, jóvenes y, por supuesto, adultos.

Con lo que tal vez sí podría competir es con otros hobbies típicos de la juventud pero teniendo en cuenta que los juegos de rol son sanos, no hacen daño a nadie y entretienen más que una videoconsola creo que la mayoría estamos a favor de que se sigan practicando ¿o no?

Y todo esto, por supuesto, sin olvidar la cultura española, la que nos define, y la que seguramente hemos llevado nosotros también hasta otros países.

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