Muchos de nosotros estamos pensando en como deberíamos de estar pasando estas fiestas tan señaladas que son las navidades, pero lo cierto es que la pandemia nos está haciendo tener que replantearnos muchas prioridades y retrasar tantas y tantas celebraciones que tenemos pendientes. Y es que cuando empezábamos a ver la luz al final del túnel, cuando empezábamos a volver a hacer vida normal… llega una nueva variante y nos tira por tierra todo el trabajo hecho hasta ahora.
Así, gran parte de las familias españolas ya hemos dado por perdidas las celebraciones de las navidades, por lo que a lo largo de este post os queremos proponer una opción diferente para cuando todo se normalice. Una opción real y cada vez más habitual, pero a la vez tan tabú para la sociedad de nuestro país. En este sentido, nosotros queremos visibilizar a un colectivo cada vez más extendido en nuestro territorio y dar a conocer algunas de las claves de su cultura y este colectivo no es otro, que el de las personas con gustos por el BDSM.
El BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo) va mucho más allá de ser una serie de prácticas sexuales y es que en muchos casos podemos hablar de él como una forma de vida en la que cada participante tiene sus preferencias y, por ello, cada ciudadano entiende estas siglas de una forma diferente pero todos ellos bajo un mismo paraguas. Así, este colectivo que año tras año va ganando adeptos cuenta con sus propias reglas, sus propios códigos y, por ejemplo, en las fiestas que organizan, la vestimenta es más que vital. En este sentido, en el campo BDSM, el código de vestimenta es un código de reglas que define la ropa adecuada para eventos o lugares para socializar y reuniones, como clubes privados o fiestas privadas. El código de vestimenta debe respetarse de manera muy cuidadosa, y dicta de manera bastante rígida qué atuendos están permitidos y cuáles no. De hecho, a menudo, la sanción por incumplimiento del código de vestimenta consiste en la exclusión de la fiesta o de la reunión; en este sentido el código de vestimenta actúa como una especie de palabra clave, que identifica a los sujetos pertenecientes a la comunidad, distinguiéndolos de todos los demás.
La regla básica se refiere generalmente a la función erótica de la ropa, que en todo caso debe destacar por el fetichismo o por el exhibicionismo o el atractivo sexual. Por tanto, en general, prendas como jeans o camisetas, y en principio toda la ropa de uso diario o doméstico, como monos o pantalones cómodos, zapatillas deportivas, etc., no están permitidas. Así, los atuendos que normalmente se incluyen en los códigos de vestimenta más habituales incluyen:
- Prendas de vestir de caucho, látex o cuero.
- Uniformes militares, especialmente para hombres, con la excepción de la mayoría de los uniformes nazis, que en algunos países se consideran inapropiados.
- Uniformes escolares, especialmente para mujeres.
- Ropa de trabajo formal, modificada con accesorios para enfatizar el papel dominante o sumiso del sujeto, como por ejemplo pueden ser el látigo o el collar.
- Ropa particularmente provocativa o exhibicionista, especialmente en el caso de sujetos sumisos, especialmente mujeres. Esta ropa también puede incluir la exposición de partes eróticas del cuerpo como los senos o las nalgas.
- Mera ropa interior, pero con el uso de elementos de uso no cotidiano, como la guêpière, el corsé, o para los hombres los tangas, o la ropa interior de látex o de algún tipo de fetiche.
Además, el uso del maquillaje y los diferentes productos para el cuidado de la piel, sobre todo en las personas dominantes, es uno de los básicos que se incluyen. Y es que la parte dominante siempre ha de mostrar su superioridad frente a la parte sumisa en este tipo de eventos festivos, por lo que muchos y muchas dominantes recurren a Medyzon para lucir espectaculares en el día a día y, sobre todo, en fechas tan señaladas con las de este tipo de fiestas que, como os decimos, requieren de una vestimenta específica para poder acudir a ellas.
Existen más roles en el BDSM de los que crees
El siglo XXI ha significado una era de apertura en todo lo referente al entendimiento de la sexualidad individual y los diferentes roles que interpretamos en la nuestra. Así actualmente, en las fiestas de esta temática y en el día a día podemos identificar hasta ocho roles dentro de las dinámicas BDSM:
- Dominante: es aquella persona que tiene el control de la situación y de todo lo que hace sobre la persona sumisa de la dinámica. Disfruta estando en posición de poder e infligiendo dolor desde allí.
- Sumiso: es la persona que prefiere someterse al control de la parte dominante, recibir órdenes, castigos y acciones que le generen dolor porque en él encuentra placer.
- Switch: es aquella persona que se siente cómoda alternando entre el rol dominante y el sumiso, y puede adaptarse a cualquiera de las dos situaciones.
- Bondager: se define como bondager aquel individuo al que le gusta atar a su pareja, pero sin dar órdenes, controlar la situación o infligir dolor.
- Bondangee: a su vez, el bondagee es aquella persona a la que le gusta que la aten, pero sin recibir órdenes, ser controlada o recibir dolor por parte de la persona que la ata.
- Sádico: el rol de sádico lo asume aquella persona que siente placer infringiendo dolor, pero sin controlar u ordenar.
- Kinky: es el nombre que reciben todas aquellas personas que encuentran placer en las prácticas BDSM, cualesquiera que sean, pero que no sienten interés en mantener una dinámica de poder-sumisión, y que tampoco se consideran sádicos o masoquistas. Se trata de personas que incorporan practicas BDSM a sus relaciones eróticas sin llegar a convertirlo en un estilo de vida sexual.