Es ridículo pensar que a estas alturas aún haya hombres, y algunas mujeres, que peleen con otros países por ver “quien la tiene más larga” y en este sentido todo lo que tiene que ver con la velocidad parece tener especial aceptación. Si bien es verdad que en todos los deportes cuecen habas (fútbol, baloncesto, tenis, natación) en aquellos en los que la velocidad es protagonista tendemos a ser más vehementes.
Marc Márquez es ahora el niño mimado del motociclismo español, como antes lo fue Ángel Nieto o Santiago Herrero, y algo que me gusta mucho de este chico es su humildad. Ya pueden darle patadas en mitad de la carrera o hablar mal de él a periodistas y cadenas de televisión que el joven jamás pierde la compostura, la elegancia ni la sonrisa. Sin embargo no ocurre igual con muchos de sus seguidores que aparecen en los medios gritando eso de “español, español, español….” en cuanto se pone a la cabeza y dicen cosas como que “en España somos más hombres y más valientes y por eso corremos mejor”, una preciosidad que soltó uno de los aficionados en el mundial de motociclismo hace unos meses.
Algo similar ocurre con los seguidores de Fernando Alonso, el niño bonito del automovilismo de velocidad español, el problema es que, en mi humilde opinión, Alonso no es tan caballero como Márquez y tampoco merece mucha defensa al respecto.
Y lo más curioso es que cientos de féminas hablan de estos deportistas del mismo modo en el que lo hacen sus seguidores masculinos, como si por ser españoles y ganar campeonatos “la tuvieran más larga” en lugar de decir que son auténticos profesionales que se entrenan duro para conseguir los triunfos que obtienen.
También como actividad lúdica
De todos modos no hay que ser un profesional de la velocidad para ver estas cosas. Sólo es necesario asomarse por algunas empresas que organizan actividades relacionadas con este mundo para comprobar cómo se “hinchan” algunos pensando que van a llegar los primeros. En Chicharra Karts, una de las mejores instalaciones de minivelocidad de toda España, podemos ver tanto a niños y adolescentes como a adultos en los dos extremos. A un lado está quien se lo pasa bien, se ríe, y sale de la actividad mucho más relajado y con ganas de disfrutar. Luego, al otro lado de la balanza, tenemos a quienes compiten, si pierden se mosquean, si ganan alardean y acaban la carrera entre enfadados y chulescos.
Y si salimos de las ruedas y el asfalto ocurre igual. En Ocio Aventura Cerro Gordo, una empresa que organiza actividades de ocio y aventura, están cansados de ver a grupos de amigos que salen “moskeados” de una actividad tan divertida como el rafting. La idea de este deporte es bajar un río a cierta velocidad intentando manejar, en equipo, una barcaza, pero algunos usuarios se lo toman como una carrera para ver quién llega antes o en cuánto tiempo consiguen tocar la meta, irrisorio pero cierto.
Con esto tampoco pretendo decir que en Alemania, Francia o Inglaterra sean mucho menos brabucones pero cada uno piensa en lo suyo y quiere mejorar lo que supuestamente le importa y a mí me la sopla el comportamiento que tengan en otros países pero me sentiría orgullosa de ver a nuestros deportistas y aficionados con una actitud impecable ante una pérdida o una victoria. ¿Vosotros no?