España es un lugar de turismo y a quien no le guste ya puede estar ahuecando el ala porque por mucha industria que queramos tener nuestra economía se mueve por y para el turismo. Esto es así desde hace demasiados años como para venir ahora a intentar cambiarlo, por eso, cuando oigo eso de “guiris” o “ya están aquí los madrileños” (esto último lo decimos mucho en Alicante cuando se petan en agosto las playas), me entran ganas de mandar un poquito a freír espárragos a esa gente. ¿Es que acaso no son conscientes de que ese turismo nacional o extranjero, es el que da de comer a muchas familias?
Yo soy dueña de un pequeño establecimiento en la costa levantina. Se trata de un hotel bastante modesto que intentamos llevar en familia, con todo el cariño del mundo, e intentando hacer que nuestros huéspedes se sientan como en casa. Nuestra imagen a seguir es el hotel boriabcn.com/en donde hemos estado varias veces y al que intentamos emular (obviamente dentro de nuestras posibilidades) porque nos encanta.
Servicios de lujo en un entorno rural y rústico
Lo que queremos hacer es ofrecer los servicios de ese hotel de lujo en Barcelona pero con nuestro toque más rústico. Por ejemplo, Borras Hnos, una cestería que fabrica muebles y decoración en mimbre, nos va a fabricas ciertos elementos decorativos y muebles de jardín con los que pensamos llenar todas estancias aportando ese toque rural que queremos dar a nuestro hotel y, al mismo tiempo, ofreceremos servicios de lujo y ciertos productos exclusivos a todos los clientes que así lo desee. ¿Entienden el concepto? Pues por ahí va la idea.
Y es que nosotros pensamos que tener un negocio familiar o un negocio donde brille la sencillez y el buen gusto no significa tener que prescindir de ciertos servicios que hacen a los establecimientos hoteleros únicos. Me refiero a cosas como servir el desayuno en la cama a nuestros clientes que contraten este servicio o recibirlos con bombones y champagne en la entrada a su llegada a recepción el primer día, o incluso dejarles una cesta de fresas al lado de la bañera. Detalles que nos hacen ser diferentes pero que no tienen por qué enfrentarse a la idea de ser un hotel rústico y familiar.
El motivo de todo esto es bien sencillo. Cuando los turistas piensan en resorts de lujo con piscinas tailandesas y servicios de todo tipo suelen tener en mente localizaciones como la Riviera Maya, El Caribe o, si nos quedamos en la península, las Islas Canarias o Ibiza. La costa del levante no debe ofrecer lo mismo, o esa es nuestra opinión. Nosotros creemos que debemos conservar el paisaje de nuestro entorno y no estropearlo con grandes resorts de este tipo y creemos que ello no tiene por qué significar ser menos glamuroso o menos cool.
Como empresaria hostelera creo que nuestro servicio es más natural, mucho mejor y que es más apreciado entre ciertos sectores del turismo porque ofrecemos la naturaleza de ir a la playa en dos pasos desde el hotel, los lujos y servicios de una pensión completa por todo lo alto y el encanto de estar en un establecimiento que no rompe la magia del paisaje y que respeta esa sintonía. Porque somos España, no Punta Cana.