Llega una cierta edad en la que el sentimiento de soledad tiene consecuencias dañinas para la salud y la esperanza de vida. Aunque hayan formado grandes familias y mantengan una comunicación fluída, los adultos de la tercera suelen sentirse solos en varias ocasiones. Según médicos especializados en gerontología “la soledad es uno de los factores más asociados a la depresión”. Además, puede ser un factor peligroso para contraer enfermedades cardiovasculares, hipertensión, demencia, problemas ligados a la movilidad e, incluso, un riesgo mayor de mortalidad temprana.